En esta la cosecha de arándano se aplica un sistema que involucra a cosecheros, contratistas, productores, municipios y sindicatos. Se busca instalar en las comunidades productivas las normativas de protección de niños/as y adolescentes.
Los recientes operativos de control en Concordia – en los que los funcionarios informaron que no hubo detecciones de trabajo infantil – son resultado de un trabajo de prevención que el sector viene instrumentando.
Compromiso social
La cosecha de arándanos comenzó fuerte este mes de octubre y se espera que concluya a principios de enero. Si bien la producción 2020 se ubicará en niveles similares a años anteriores, el sector no es ajeno al impacto social que la pandemia genera en el país: aumento de la pobreza, mayor desempleo e informalidad, y la desprotección de las poblaciones vulnerables.
Ante esta realidad, la Asociación de Productores de Arándanos de la Mesopotamia Argentina (APAMA) afirmó que trabaja desde hace meses “en la prevención e instalación de los cuidados para que esta cosecha 2020 refleje el compromiso social que el sector busca reforzar”.
Desde hace más de un año, el Comité Argentino de Arándanos (ABC) -del que APAMA forma parte- junto a Desarrollo y Autogestión (DYA), ONG especializada en prevención y erradicación del trabajo infantil, viene trabajando para implementar en los campos un “sistema de cumplimiento social” voluntario: una serie de acciones de prevención, protocolos de monitoreo y de atención para evitar que las necesidades se traduzcan en trabajo infantil y para fomentar la educación de niños, niñas y adolescentes”.
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